Wavre ha puesto de relieve que esta edición de la Barcelona World Race “es la regata más delicada”en la que han navegado tanto él como Michèle, y también “la más difícil. Es extremadamente física, con mucho cambio entre calmas y condiciones duras”.
El copatrón del Mirabaud ha señalado también que “la vida en el gran sur es una vida particular, donde hay muchísimo viento y olas. El barco es muy ruidoso y estamos constantemente sacudidos. Es una vida bastante estresante. Y además hay que tener mucho cuidado con los icebergs. Son condiciones salvajes y muy difíciles, pero es un mundo particular, una vida de 24 horas bajo la presión de las olas y el viento”.
Finalmente, han negado que las escalas técnicas desvirtúen el espíritu de la Barcelona World Race: “El espíritu de la Barcelona World Race es que todo el mundo termine la regata. Reparar permite a los barcos poder terminar. Pienso que las penalizaciones son bastante débiles, pero poder parar es una buena cosa. Hace falta que ocurra realmente una avería para parar”.